Según el diccionario: Los ataques de pánico o crisis de ansiedad son períodos en los que se padece, de una manera súbita, temporal y aislada; un miedo, temor o malestar intensos, con una duración variable: de minutos a horas. Generalmente aparecen de manera inesperada, y pueden alcanzar su máxima intensidad en unos 10 minutos.
No sé bien cómo explicar lo que uno siente cuando sufre un ataque de ansiedad.
La cabeza te duele, te cuesta respirar, una sensación de terror aparece.
Algo es distinto, como si una vocecita intentara convencerte de que algo malo pasara.
Intentas no hacerle caso, pero el respirar incorrectamente y escuchar tu corazón latir fuerte hace que sea difícil ignorarlo.
En el fondo sabes que es ridículo sentir miedo, pero no sabes cómo pararlo.
Quieres que se detenga, pero no sabes controlarlo.
Sientes el cansancio, las ganas de querer dormir, sin embargo, no puedes hacerlo.
Es más fuerte que la sensación del estrés, por eso muchas personas no la pueden entender.
Aquel temor es como una ola que viene y va, y el cuerpo reacciona ante éste estimulo.
Algunos dicen que se debe a un miedo constante por el futuro o el porvenir.
Otros dicen que es la consecuencia de haber manejado mucho estrés y momentos de alta tensión.
Lo ideal es calmarse mientras sucede, recordar que a pesar de lo que uno siente nada malo sucederá.
Mantener la respiración controlada lo más posible, y no perder el control.
Confiar en que todo saldrá bien, tener fe en que el futuro será bueno, entender que los miedos son superables, no ceder nunca ante la desesperación y siempre entregarle nuestros miedos a Dios.
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