Se define como placebo a toda sustancia que carece de actividad farmacológica pero que tiene un efecto terapéutico cuando el paciente que la ingiere cree que se trata de un medicamento realmente efectivo.
Esta acción o sensación de mejoría es lo que se denomina efecto placebo.
Existen personas que son como un placebo, aunque a veces dudemos de ellas las aceptamos porque creemos que nos hacen sentir mejor.
Creemos que las necesitamos o que son realmente importantes para nosotros, porque a pesar del dolor que nos causen por ratos nos hacen sentir bien.
Nos cuesta mucho dejar ir a aquellas personas que por un momento fueron parte vital de nuestra vida, a pesar de que nos demos cuenta que ya no son las mismas.
Hacemos la vista gorda ante sus errores, ante aquellos defectos que nos hacen cuestionarnos sus intereses, hasta que aquel efecto de bienestar desaparece.
Nos dimos cuenta que estábamos tomando la pastilla incorrecta, todo se sintió tan real por algún tiempo y es tan doloroso dejar de tomarla.
He visto personas soportando que otros las traten mal solo porque no quieren sentirse solas, no quieren entender que la soledad es mejor que la mentira.
Existen personas que toleran que otros las hieran, todo porque les cuesta aceptar que se equivocaron al escoger, no quieren entender la verdad.
Escojamos bien aquellas personas que son remedios para el alma, cuyas amistades son un bálsamo ante los momentos de dificultad y adversidad.
Lamentablemente el mundo que nos rodea no es siempre honesto, existen falsas pastillas que contienen mucho egoísmo, demasiada envidia en sus corazones.
No seamos placebos que engañan sino remedios que ayuden a mejorar a otros.
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