Recuerdo cuando era niño y quería correr el tiempo, ser más grande, sentirme más maduro, creer que podía llegar más y más lejos.
Con el tiempo te cansas de correr y te das cuenta que la vida es un continuo presente, el pasado ya es solo un recuerdo y el futuro es demasiado incierto.
Te das cuenta que no puedes dar vuelta atrás al reloj, no puedes retroceder sobre lo que ya viviste, las máquinas del tiempo son solo ficción.
El futuro es un sueño, nunca puedes predecirlo totalmente, jamás podrás alcanzarlo por más que intentes perseguirlo.
La vida es tan cambiante, no puedes saber qué ocurrirá a las horas, cada minuto debe ser vivido como si fuera el último que nos queda.
Aferrarte a los valores, a los sueños, a los ideales para que mientras transitas por la vida no olvides a dónde vas, no olvides quién eres.
Lamentablemente con los años comenzamos a olvidar cosas, hay rostros que se pierden en el tiempo, experiencias que eliminan de nuestros registros.
Solo lo verdaderamente importante queda grabado en el alma, solo aquellas personas que dejaron huella quedan guardadas en el corazón.
El presente es lo único que puedes moldear, por eso es importante tomar buenas decisiones haciendo uso de lo vivido para que nuestro futuro sea lo que soñamos.
Escoger cada día lo recto, para que la persona que fuimos esté orgullosa de quienes somos ahora y para que al pasar los años nos sintamos bien de lo que hicimos.
Vivir de tal manera que cuando ya no tengamos fuerzas para correr podamos voltear y sonreír al ver el hermoso Camino que hemos recorrido.
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