Todos han dicho alguna vez la siguiente frase: Nuevo año, nuevo yo.
El comienzo de un nuevo año te permite sentir que empiezas una nueva etapa, que puedes tomarte la libertad de modificar tu vida y ser diferente.
Comienzas a planear tus metas para el nuevo año, creas tu lista de deberes, haces un repaso de lo que no deberías hacer y haces una lista de promesas por cumplir.
Mentalmente haces un balance del año anterior, siempre es extraño ver que la lista de amigos y de personas de importancia se renueva o modifica cada año.
Nuevo yo, esa es la meta, cambiar todo lo negativo, dejar atrás todo lo triste, para poder conquistar el presente y tener un mejor futuro.
Recuperar el tiempo perdido, olvidar las ataduras del año anterior y salir a toda prisa para convertirme en todo lo que sueño ser.
Esforzarse para que la imagen de mí que llevo en mi interior se vuelva realidad, para que cada una de mis metas se vayan cumpliendo una a una.
Resistir las voces del ayer y de imposibilidad, tener fe de que los nuevos tiempos serán mucho mejor de lo que una vez imaginé.
Concentrarse en lo realmente importante, en aquellas personas que a pesar de todo siguen a mi lado y me inspiran cada día.
Abrazar lo nuevo con esperanza, alegrarse de que se me da una oportunidad de empezar otra vez con más experiencia.
Ser agradecido con Dios del regalo maravilloso de la vida y encaminar mi vida a aquel destino increíble que existe para mí.
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