Según el diccionario: La meritocracia es un sistema basado en el mérito. Esto es, las posiciones jerarquizadas son conquistadas con base al talento, educación, competencia o aptitud específica para un determinado puesto de trabajo.
Suena muy bonito lo anterior, sin embargo, en nuestros trabajos no ocurre eso, básicamente la meritocracia es manipulada y los únicos beneficiados son aquellos que como Maquiavelo creen que el fin justifica los medios.
En nuestros tiempos es común ver a compañeros de trabajo que son más corruptos que partidos políticos o a compañeras de estudio seduciendo o dejándose seducir por un profesor con tal de aprobar alguna nota. Ambos ejemplos demuestran que nuestra sociedad cree que para alcanzar ciertos logros es necesario aplastar a los demás, romper los valores o ponerle precio a la virtud con tal de alcanzar un logro o beneficio personal.
A ése tipo de personas les parece ridículo prepararse para alcanzar un mejor puesto, esforzarse para ser reconocidos o trabajar duro y parejo para recibir un aumento cuando pueden hacer “trampa” y lograr lo mismo en menos tiempo y con menor esfuerzo.
Esas personas olvidan que la vida es más que un sueldo a fin de mes o un título, las personas valen más por lo que llevan en el alma, no hay riqueza que pueda comprar las virtudes de un corazón genuino y honesto.
Me gusta la meritocracia real, en donde uno puede luchar justamente y ser premiado por su esfuerzo, lamentablemente ya no veo eso.
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