Lo complicado de ser Yo

Muchas veces olvidan que detrás de los cargos o títulos existe un corazón y un alma, olvidan que existe un ser humano y una persona.

Antes de las palabras hermano, líder o jefe; existe un joven al que también se le debe permitir errores sin ser juzgado, se le debe permitir locuras sin ser menospreciado.

Lejos de las ovaciones o cumplidos, a veces lo que más se necesita es una simple muestra de afecto como un abrazo, un beso o un simple apretón de manos.

Muchas veces se espera que sea un ejemplo, cuando lo único que deseo es solo vivir, y si alguna vez he sido eso, no es que haya querido ser así sino que con mi vivir tal vez hasta me hayan visto de esa forma.

Entiendan que a veces tanto como ayudo quisiera que alguien me escuche, a veces siento que sé la historia de todos y que nadie sabe la mía.

¿Quién sabe mi pasado?

¿Quién conoce mi historia completa?

¿Quién se puede jactar de decir que me conoce tal y como soy? 

Y no digan que es muy reservado, sino que en el fondo muy pocos lo han preguntado

Así que no me llamen ángel y no me pongan apodos como ese porque todos hemos fallado y si no conocen mis errores es que a mí no me conocen.

Para terminar les cuento que aprendido a estar arriba y muy bajo, que he aprendido a reír y también a llorar, he aprendido a ayudar y también dañar, he aprendido a herir y también a sanar, he a prendido a soñar y a ver la realidad, he aprendo a vivir y a luchar, he aprendido a amar y a odiar, he aprendido a reflexionar y a enloquecer, pero lo que me cuesta siempre es aprender a olvidar.