Enamorarse puede ocurrir de repente cuando menos lo piensas, es un flechazo que viene de la nada cuando ves a aquella persona.
Es sentir mariposas revoloteando en el estómago mientras escuchas las palomas cantando cada vez que esa persona te habla.
Sentir una curiosidad extrema, querer saber adónde va y de dónde viene esa persona, saber su nombre completo, sus gustos y disgustos.
Caminar flotando cada vez que provocas un encuentro o cada vez que sabes que la vas a ver, mientras que suspiras sin querer.
No poder evitar verla directamente a los ojos cada vez que puedas, tratar de llamar su atención con cada sencilla conversación.
Todas esas cosas no se pueden obligar, simplemente aparecen cuando tienes al lado aquel ser especial que te roba la razón.
Porque cuando uno está enamorado no se piensa correctamente, decimos cosas que no queremos, nos sentimos más valientes y hacemos locuras.
Somos payasos intentando hacer reír a la otra persona con cada bobería que se nos ocurre, pero vale la pena escuchar su risa y ver su sonrisa.
Terminar una cita y bailar caminando de regreso a casa, pensar horas en esa persona, imaginar un mundo en dónde solo estén los dos.
Yo no podría inventarme todas aquellas cosas por alguien a quien el corazón rechaza, todo lo anterior ocurre sin saber ni cómo ni porqué.
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