TONY VS EL ADIÓS

Que amargo es tener que ver a la otra persona a los ojos cuando sabes que tienes que despedirte y que ya nada será como antes.
En tu mente comienzas a recordar los buenos y los malos momentos, segundos que resumen toda una historia llena de subidas y bajadas.
Intentas recordar cuando fue la última vez que la besaste o le tomaste la mano con amor, extrañamente aquel recuerdo parece haberse esfumado.
Minutos que parecen eternos, incluso después de despedirte el camino a casa parece eterno, cada paso se siente tan vacío.
Aquel adiós que ya no duele como cuando eras un adolescente, como cuando perdías una amistad o cuando sufrías un rechazo.
Entre más años cumples las despedidas tienden a doler menos, te acostumbras a dejar ir a las personas sin que te des cuenta.
Después del adiós viene el fingimiento, aquella etapa en donde publicas cosas intentando aparentar que estás muy bien.
Fotos sonriendo, salidas con amigos, frases con indirectas, llenas las redes sociales pensando que así te demuestras que puedes volver a lo de antes.
No se puede volver tan fácil a ser lo que eras, es necesario un duelo, un momento obligatorio que nos sirve para reflexionar.
Después del adiós la vida continúa, quizá al comienzo duela, pero cada día será mejor, cada vez que sale el sol el alma sana un poco más.
Y cuando menos te lo esperes el amor volverá a tocar la puerta, una persona volverá a conquistarte y quizá esta vez no exista un adiós.




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