Una puerta llamada Trauma

Un sueño revela lo más profundo de mi subconsciente, aquel terror y miedo que escondo bajo llave en lo profundo de mi interior.
Si mi mente fuera una casa, en el ático o en el lugar más alejado al final del pasillo estaría aquella puerta que contiene los secretos más oscuros de mi vida.
Todas aquellas veces que me sentí humillado, todas aquellas caminatas en las que me sentía tan deprimido, todos los apodos burlescos que me pusieron, o todas las veces en la que tenía que escuchar que nunca podría ser mejor.
Lamentablemente los humanos tenemos la mala costumbre de almacenar aquellas cosas que nos lastiman. Peor aún es que tampoco tenemos la costumbre de enfrentar los traumas que el vivir dejó en nosotros.
El vivir es un riesgo, una lucha que deja cicatrices en la piel y en el alma, moretones o heridas que demoran en sanar, un precio alto para poder lograr lo que queremos ser.
Si el trauma tiene una puerta en nuestro interior, la puerta del costado es la de los vicios, por eso es que muchos caen en ellos cuando se ven desbordados. Tratamos de alcanzar lo más cercano que nos permita olvidar las tristezas, sin pensar que es una trampa mortal.
Imagina tener el candado de esa puerta en tu mano, tienes tanto miedo de abrir aquella habitación, terror de ver todo lo almacenado en años y volver a experimentar dolor.
En la otra mano tienes un espejo, al mirarte te das cuenta que ya no eres el mismo, ahora eres más fuerte, te quedan bien aquellas marcas porque fueron lecciones que te hicieron mejor, fuiste moldeado para ser especial. Sonríe frente aquel espejo, cierra los ojos y siente el aire en tus pulmones y nunca olvides que si estás vivo es porque todavía tienes una misión importante que cumplir.
Gira la llave, es momento de enfrentar el pasado y limpiar aquella habitación.



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