Traicionados


No conocemos el verdadero dolor hasta que alguien nos traiciona, hasta que alguien clava su puñal en nuestras espaldas y nos destruye la confianza.

Es en ese momento en donde comprendes porque Shakespeare escribió Hamlet con tanta locura y confusión.

Les aseguro que no conocemos la malicia, hasta que alguien conspira contra nosotros y nos pone un lazo para que quedemos atrapados como una liebre herida.

Es en ese momento en donde comprendes porque el rey David rogaba por ayuda al Padre Celestial con tanta desesperación y angustia.

Dicen que nada dura para siempre... Y eso es cierto debido a que nosotros mismos terminamos corrompiendo todo.

No se puede pedir verdades en un mundo de mentiras ni lealtad a un corazón traicionero.

Solo Dios y el tiempo juzgarán tales vilezas mientras tanto debemos ser fuertes y cuidadosos de las personas en quienes ponemos nuestra confianza.

Recordar que no hay mayor ciego que el que no quiere ver, por eso es necesario aprender a ver la realidad sin maquillarla y poner mucha atención a los detalles.

Si sientes agonía en tu pecho y tu rostro demuestra tristeza, entonces sé firme y valiente, recupera tu sonrisa y aprende que a pesar de los golpes la vida siempre continúa.

Y recuerda que al final la verdad siempre sale a la luz y que la vida recompensa a aquellos que mantuvieron sus corazones fieles y leales.




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