Cruel



Siento mis manos manchadas pero no de sangre sino de lágrimas, lágrimas de las personas a las cuales he herido y decepcionado.

Veo mi traje gastado por aquellas gotas de dolor y tristeza que he dejado en los demás, tantas decisiones equivocadas, tantas promesas rotas, tantos sueños incumplidos y todo por mi culpa.

Momentos en los cuales no brilló la cordura, momentos en los cuales me ganó el egoísmo y sin querer hice tanto daño, a veces quisiera poder retroceder el tiempo y evitarles tanto daño, evitarles tantas palabras hirientes, evitarles tantas desilusiones y evitarles tantos sueños rotos.

"No abuses de la confianza" o "no destruyas las ilusiones de los demás", frases con las que crecemos pero que en la práctica a veces se hacen agua cuando nos equivocamos.

Cruel, inmaduro, torpe, malvado; tantos adjetivos con los cuales podría describirme después de haber cometido esas atrocidades.

Pero, ¿quién no se equivoca?

Aunque para mí la verdadera pregunta es: ¿Quién sufre por tus errores?

Solo espero poder ser digno del perdón, o por lo menos quisiera que me dejen intentar sanar las heridas que yo mismo causé.

Y mientras camino cubierto de lágrimas ajenas, pretendo ser fuerte para soportar la culpa, pretendo ser lo suficientemente bueno para poder ayudarles, pretendo guardar las sonrisas aún en medio de la noche, pretendo ser el héroe de las desgracias que yo mismo causé.


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