Si pudiera resumir esta semana en una sola palabra sería: Decepción.
Creo que todos conocemos aquel sentimiento amargo y triste que se siente cuando esperábamos mucho de una persona y solo recibimos una cruel dosis de decepción.
A veces idealizamos a los demás y la vida nos devuelve un duro golpe que nos regresa a la realidad.
Pero a veces el error también es nuestro no solo por “esperar mucho de los demás” sino porque a veces fantaseamos al creer que podemos poner nuestra confianza en las personas equivocadas o porque pensamos que el mundo es perfecto y que todos deben actuar como nosotros esperamos.
Mayormente somos egoístas y vemos la vida desde nuestro punto de vista, sin pensar en lo que realmente nosotros le ofrecemos a los demás.
¿Cuántas veces intentamos ponernos en el lugar de la otra persona para tratar de entender el porqué de sus actos?
A veces nosotros mismos sembramos dolor en los demás y cosechamos decepciones.
Y quien sabe si nosotros mismos hemos destruido la ilusión de alguien más.
Porque eso es lo que sucede cuando nos decepcionan, nos matan la ilusión y nos destruyen la confianza.
Pero lo bueno de esta vida es que no todos son iguales y sí existen personas en las que se puede confiar.
Existen personas que no matarán nuestras ilusiones y existe un Dios que nunca nos fallará o decepcionará.
Comentarios
Publicar un comentario